domingo, 24 de mayo de 2009

Postales para turistas

Ahora las imágenes de mi viaje se convierten en postales para turistas, y no son capaces de transmitir nada real. No queda nada ya de lo que yo sentí en el momento de decidir tomar la foto, ni siquiera en mi memoria se repite la misma sensación que tuve con esa primera mirada.
Ahora, después de unos años, construyo nuevos significados sobre la mirada de la niña que vende pescado. Estábamos tan cerca en ese momento, y ahora estamos tan lejos en el tiempo. Hay tanta distancia entre su mirada que se dirige hacia algún punto fuera del encuadre y mi realidad hoy, que el recuerdo que tengo es ya algo construido artificialmente. Lo que pasa con los viajes es que al final a fuerza de ver las fotos una y otra vez, se van borrando otros recuerdos y al final casi solo quedan aquellos que están vinculados a las fotos.

En la historia ocurre lo mismo, es la historia escrita, o las imágenes de la historia lo que cuenta. Porque igual que la memoria se erosiona y es incapaz de retener todo lo vivido, la historia retiene solo lo preciso, para poder seguir un hilo argumental a lo largo de los siglos. Y, si en la historia se han perdido tantos y tantos capítulos de la vida privada, de los pequeños gestos, de las pequeñas historias que sucedieron en lugares en los que nunca pasó nada relevante como para que se escribiera una columna en un periódico local, ¿ Pasa lo mismo en la memoria? Dejamos que las sensaciones se diluyan segundo a segundo y quedan sepultadas en un tiempo que al hombre le parece enorme, pero que solo es un instante, el del salto entre lo vivido y lo recordado.

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