La segunda vez que decidí emprender estudios universitarios ya tenía edad de razonar, sin embargo, no me imaginaba la lucha constante que aquello supondría, ni el derroche de energía que se me iría en discusiones con la administración y el profesorado, energía valiosa que tenía reservada par ampliar mis conocimientos y culturizarme.
Pero con ganas, y sobre todo –como tanto gusta en el medio empresarial-, con el esfuerzo, uno sigue hacia delante y se esmera en llegar a la meta que se ha fijado. Hasta que llega el día en el que las palabras te llegan como un fiel reflejo de la realidad, un profesor de economía, un catedrático –que siempre suena mejor- me dice que le parece muy bien que haya elegido la opción de trabajar pero que no me aprobará por no haber asistido a todas sus clases, lo que interpreta como una falta de interés por mi parte.
Y yo me pregunto ¿Elegir la opción de trabajar? ¿Desde cuando trabajar es una opción? Seguramente este señor no viva en el mismo mundo en el que vivo yo y el resto del planeta; seguramente sea un ferviente admirador del optimismo leibniziano y de Pangloss; seguramente para él “todo suceda para bien en el mejor de los mundos posibles”. Pero desgraciadamente, y dejando a Voltaire al margen de este asunto mío, trabajar no es ninguna opción. Continuará...
Pero con ganas, y sobre todo –como tanto gusta en el medio empresarial-, con el esfuerzo, uno sigue hacia delante y se esmera en llegar a la meta que se ha fijado. Hasta que llega el día en el que las palabras te llegan como un fiel reflejo de la realidad, un profesor de economía, un catedrático –que siempre suena mejor- me dice que le parece muy bien que haya elegido la opción de trabajar pero que no me aprobará por no haber asistido a todas sus clases, lo que interpreta como una falta de interés por mi parte.
Y yo me pregunto ¿Elegir la opción de trabajar? ¿Desde cuando trabajar es una opción? Seguramente este señor no viva en el mismo mundo en el que vivo yo y el resto del planeta; seguramente sea un ferviente admirador del optimismo leibniziano y de Pangloss; seguramente para él “todo suceda para bien en el mejor de los mundos posibles”. Pero desgraciadamente, y dejando a Voltaire al margen de este asunto mío, trabajar no es ninguna opción. Continuará...
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