domingo, 29 de marzo de 2009

Pocas opciones


Siguiendo con este asunto mío de las opciones que uno tiene, si trabajar o estudiar, cuando oigo hablar de “la educación pública” se me escapa una sonrisa. Y no porque me haga especialmente gracia el asunto, sino porque la educación pública es una falacia. Pese a que algunas universidades se denominen públicas, siempre está ahí la cuota de la matrícula, y su precio no es irrisorio. Seamos realistas, si un alumno no beneficia de un respaldo económico –habitualmente de los padres- no podrá gozar de la oportunidad de emprender una carrera universitaria u otros estudios superiores. Y ustedes pensarán en las maravillosas becas. Pues esas maravillosas becas que deberían de ayudar, también, a los alumnos adultos que ya no dependen de la unidad familiar, les son denegadas por esa misma razón, por hacer parte de la populación activa y cobrar un sueldo –este sí, habitualmente irrisorio-. Estamos pues ante el famoso caso del pez que se muerde la cola, si quiero estudiar –o no- tengo que trabajar, y si trabajo no puedo asistir a todas las clases, y si no asisto a todas las clases no apruebo. Lo más polémico del asunto, es que en vez de motivar al estudio, lo que consigue este sistema educativo lleno de trabas es desmoralizar a los alumnos y dificultar toda vía más el camino hacia el conocimiento. La verdad es que la educación superior no está al alcance de todos ni de todas las clases sociales, inclusive se puede decir que se necesita de un hucha bien surtida.
Ante esta difícil pero realista situación, se deberían de replantear algunos conceptos, como son la ayuda al estudio y las becas. Dejar atrás, de una vez por todas, el arcaico “privilegio” que supone estudiar y brindar la posibilidad de instruirse a una mayor parte de la población.
Mientras tanto, y a la espera de que este país se ponga al nivel -en cuanto a educación y a ayudas sociales se refiere- de los países centro-europeos, como son Holanda o Suiza, sería de agradecer por parte de la administración y de los profesores un poco más de tolerancia para encontrar vías alternativas que permitan a los alumnos trabajadores cursar las asignaturas y darles la oportunidad de llevar a buen puerto su carrera universitaria. Con esto no se pretende pedir ningún trato de favor, simplemente llegar a un acuerdo tácito que permita al alumno seguir el programa de un manera alternativa y poder alcanzar la meta que se ha fijado.

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