"Resulta que yo, como todos los demás, me había enamorado perdidamente de esa tremenda y flaca mulata. El último día, tras unos mojitos y aprovechando que compartíamos habitación -en catres separados, claro-, le dije que no me iba de la isla sin hacer el amor con ella. Tumbada sobre las blancas sábanas de su cama, me miró sonriendo, abrió los brazos y me dijo: 'Ven acá, Pablito'. Me acurruqué en su regazo y... me quedé dormido. Al día siguiente desperté enredado en ella. Vestido. Me levanté. Me senté en una silla junto a la cama donde ella seguía durmiendo y, papel y lápiz en mano, escribí la canción. Catorce versos que cambiarían mi vida para siempre".
Los músicos disponen de pocos minutos para contar su historia, y que esta llegue al público, y despierte eso que sentimos cuando escuchamos una canción que nos gusta, y creo que Pau sabe hacerlo. Aunque ha cantado en muchos sitios del mundo y con cantantes muy importantes, no se le ha subido para nada la fama a la cabeza y sigue viviendo en su casa del Pirineo leridano, en un pueblo de poco más de quince habitantes.
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