Aún en 1977, Noam Chomsky defendía intelectualmente el régimen de los jémeres rojos , tan ambiguo es el presente en su momento y tanto cambia la historia y la memoria cuando observamos las imágenes y los vestigios que quedan de ella, que al final se convierten en realidades completamente diferentes, totalmente desconectadas la una de la otra. ¿ cual es la conexión real entre aquello que pasó en el instante en que pasó, con aquello que pasó visto como pasado, desde el futuro? Pensarlo así da vértigo. Pero es así como transcurre la vida…a saltos en el tiempo. Me gustaría citar al historiador francés Pierre Nora, que nos advierte de no caer en la trampa de confundir la historia con la memoria: "La memoria es la vida, siempre acarreada por los grupos vivos y, a este respecto, está en evolución permanente, abierta a la dialéctica del recuerdo y la amnesia, inconsciente de sus sucesivas deformaciones, vulnerable a todos los usos y manipulaciones, susceptible de estar latente durante mucho tiempo y de manifestar súbitas revitalizaciones. La historia es la reconstrucción siempre problemática e incompleta de lo que ya no es. La memoria es siempre un fenómeno actual, un vínculo vivido en el eterno presente: la historia, una representación del pasado. Dado que es emocional y mágica, la memoria sólo se acomoda a aquellos detalles que la confortan: se nutre de recuerdos borrosos, chocantes, globales o flotantes, particulares o simbólicos, sensibles a todas las transferencias, velos, censura o proyecciones. La historia, en tanto que operación intelectual y laica, apela al análisis y al discurso crítico".
Me entran ganas de conocer la historia de otros lugares, lugares remotos, conocer a sus gentes y a lo mejor entrar a formar parte de su memoria. Y, sobre todo, que ellos se hagan un sitio en mi propia memoria. Así que ese año me voy sola a Asia, sin una ruta prefijada, pero con mi mapa y mi guía, y un par de libros más que empiezo a leer en el avión. 6 de noviembre de 2005. Ahora en 2009 es inevitable comparar las historias. En España todavía no se es capaz de mantener la cabeza bien alta en el momento en el que se habla de exhumar fosas de la guerra civil, como si en la actualidad yo tuviera algo de lo que arrepentirme, como si el sentimiento de culpa de la gente que ni siquiera había nacido en 1940 fuera más real que la propia historia. La idea de pasado, de que hay un pasado al que estoy obligada y que pretende librarme de mi misma, es una atentado contra mi propia vida. Si se concibe ese pasado como una traba, si se apela al desastre remoto como una amenaza, ya solo nos quedará una cosa que hacer, la de recordar sin vivir, inmersos en los presagios del pasado.
Me entran ganas de conocer la historia de otros lugares, lugares remotos, conocer a sus gentes y a lo mejor entrar a formar parte de su memoria. Y, sobre todo, que ellos se hagan un sitio en mi propia memoria. Así que ese año me voy sola a Asia, sin una ruta prefijada, pero con mi mapa y mi guía, y un par de libros más que empiezo a leer en el avión. 6 de noviembre de 2005. Ahora en 2009 es inevitable comparar las historias. En España todavía no se es capaz de mantener la cabeza bien alta en el momento en el que se habla de exhumar fosas de la guerra civil, como si en la actualidad yo tuviera algo de lo que arrepentirme, como si el sentimiento de culpa de la gente que ni siquiera había nacido en 1940 fuera más real que la propia historia. La idea de pasado, de que hay un pasado al que estoy obligada y que pretende librarme de mi misma, es una atentado contra mi propia vida. Si se concibe ese pasado como una traba, si se apela al desastre remoto como una amenaza, ya solo nos quedará una cosa que hacer, la de recordar sin vivir, inmersos en los presagios del pasado.
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